Julia López nace en Ometepec, Guerrero, en el año de 1935. En ese momento, México está bajo el influjo socialista, con el general Lázaro Cárdenas en la presidencia. Cárdenas matiza su gobierno con un interés marcado por lo nacional y lo proletario; en esa fecha, expulsa al ex-presidente Calles, su antecesor —mandatario vinculado con los Estados Unidos—, de terrritorio nacional. "Tiene que abandonar el país este mismo día", le dice escuetamente en  un comunicado. Y meses después, le da asilo político a León Trotsky.

La cultura mexicana en 1936 vivía un momento sobresaliente, Orozco, Rivera y Siqueiros están produciendo algunas de sus mejores piezas. Los compositores —Chávez y Revueltas principalmente— realizaron obras sinfónicas con un matiz netamente mexicano, inspirándose en los sones y comparsas populares. Manuel Álvarez Bravo toma algunas imágenes, que detonarán lo que ahora conocemos como la Escuela Mexicana de Fotografía.

Desde los años 40 y hasta el momento, México ha venido cambiando su perfil agrario por uno urbano. Julia López forma parte de esa movilidad social que se ha venido dando en nuestro país, y en 1951 abandona su pueblo natal, para trasladarse a la ciudad de México. De origen étnico mestiza, Julia es una combinación de negro africano, indio amuzgo —derivación de la voz nahuatl amoxco que significa "lugar de libros", este nombre se les da al grupo otomangue, subgrupo otomiano mixteco— y chileno de América del Sur.

A los 16 años, y dirigida por su destino, en 1952 comienza a modelar en la Escuela de Pintura y Escultura La Esmeralda, centro académico de vanguardia, en el cual daban clases Frida Kahlo, Carlos Orozco Romero y Francisco Zuñiga entre muchos otros. Su cuerpo se convirtió en  una referencia estética. Diego Rivera, José Chávez Morado, Francisco Zúñiga y Manuel Rodríguez Lozano bebieron ahí.

Julia es hija de la Escuela Mexicana de Pintura, aunque generacionalmente pertenece a un movimiento pictórico local, que se establece a partir de 1952, denominado La Ruptura; esta etapa plástica recibe ese nombre —termino acuñado por el crítico guatemalteco Luis Cardoza y Aragón en 1961— debido a que estos artistas se deslindan de la visión plástica nacionalista, iniciada en los 20, para utilizar lenguajes de corte internacional, entre estos productores plásticos encontramos a Cuevas, Corzas, Coronel, Gironella y Toledo.

Los vínculos de Julia López, están arraigados en un estilo de pintura denominada, desde el modernismo, como naïf; y de la cual el pintor francés Henri Rousseau —quien infructuosamente trató de venir a México—, es un precursor claro; de hecho la Escuela Mexicana de pintura tiene con este artista un paralelismo que poco se ha estudiado y del cual también participan pintoras como Frida Kahlo y María Izquierdo.